10.1.08

El terrible peso de la españolidad

Creo que Zapatero debería ponerme un sueldo.
Diariamente llegan a mí quejas y reclamos sobre alguno de mis compatriotas, sobre todos en general o sobre asuntos concretos que tienen que ver con la legislación, vigente u obsoleta, que alguna vez quiso poner orden al Reino de España. Yo asisto a las quejas con cara de estupefacción a veces y otras con un patriotismo moderado que tengo que rebuscar entre las entretelas de mi espíritu crítico porque yo, de patriota lo que se dice patriota, nunca milité del todo. El rango de asuntos que llegan a mi portátil e improvisada Oficina de Atención al Consumidor (de españolidad) abarca desde hechos acaecidos en la piel de toro hasta desencuentros y desavenencias con algún Alfredo Landa viajero y sus fechorías por el mundo. Que si los camareros en España no te miran cuando les hablas y te gritan cuando tardas en ordenar la comanda. Que si las dependientas del Zara te miran con desprecio y no te ayudan con la talla del jean. Que si he estado en un hotel de españoles y me dieron unas toallas muy viejas y percudidas. Que si en España se come mucha grasa y que qué barbaridad es esa del aceite de oliva para todo. Que los vegetarianos están mal vistos e incluso se les tacha de enfermos... eih? Incluso el asunto de nuestras desavenencias con el inglés, su pronunciación y nuestra tradicional traducción libre de todo lo que sea inglis (que siempre había resultado chistosa) empieza a recibir sus pequeñas risitas que nos incriminan como lo que somos, gente a la que le da más vergüenza pronunciar bien y ser objeto de burla que cagarse en toda una lengua. Y es que sí, en esta nuestra pequeña comunidad de españolitos, reconozco que somos así, bruscos y descorteses, localistas, bajitos y cazurrines en cierta medida y que nos encanta el chorizo de Pamplona y la morcilla de Burgos y una tostada con aceite de oliva, jamón y tomate más que a un tonto una pelota. Y que si no tuviésemos esa relación tan especial con el inglés Chiquito de la Calzada y el Aserejé no existirían. Que sí, que sí, que hay españoles que son pa'echarlos de España y del mapa, todos los hemos conocido en la familia, en el supermercado o en un avión rumbo a algún país lejano ¿y quién no ha sentido cierta vergüenza de estar exportando al mundo a semejante cenutrio? Pero es que resulta que cenutrios los hay de todas las nacionalidades, colores y tamaños y prejuicios, también. Y es que la mayoría de las veces una, que tiene la desgracia de sentir empatía con los quejones, comparte sus penas y sus críticas porque también son las suyas y, en un afán absurdo de conciliación, intenta hacerles entender que todos sufrimos de los mismos males en nuestro país y en otros, que la estupidez no es patrimonio de ningún estado aunque todos parecen peleársela a veces y que gente buena y mala hay en todas partes, recurriendo así a un dicho popular cuando ya no me quedan argumentos ni ganas de repetir la misma cantinela, gratis. De ahí mi reclamo de un sueldo a Zapatero. De pronto debería elevar mi petición a un escalón más alto y reclamar mi retribución a Juan Carlitos como heredero de esa tradición regia de España que tantos amiguitos nos ha propiciado por esa parte del mundo que alguna vez fue colonia, entre las que se incluye, y con razón, Colombia. Sí, sin duda alguna el reclamo más absurdo y repetitivo al que he asistido, el que gana en el ranking de "Razones para recelar de los españoles" se lo tengo que agradecer a aquellos aguerridos hombres que "conquistaron América" y se la sirvieron, primero a España y luego al resto de occidente, en bandeja de oro sacado del subsuelo de esta tierra y de la piel de los que aquí vivían más felices que perdices antes de conocernos. Es en esos momentos en que alguien saca a relucir alguna masacre, espolio o episodio de sometimiento cuando más me arrepiento de haber malgastado mi memoria y haber olvidado todo lo que aprendí en clase de historia, no para rebatirles el cuento, que suele ser cierto, sino para revisar esa historia que nos contaron desde el lado ganador (?) y aprender un poco.
El caso es que estoy harta de llevar sobre mis hombros el peso de la españolidad, y con lo protectora que yo soy de lo mío, pues no lo llevo bien, qué queréis que os diga. Al próximo que se me queje de que Iberia sólo da carne en el menú del avión le regalo un vale por un chorizo de la matanza de mi casa, pa que se jarte.

1 comentario:

Blanch dijo...

More, echaba de menos un poquito de reflexión. Se puede decir más alto pero no más claro... guapa!!